Ya conté que lo que me llevó el míércoles pasado al club Náutico fue mi intención de tomar unas fotos de la hembra de Vuelvepiedras que, de origen canadiense, inverna allí desde al menos 2001. Como me encontré con la sorpresa de la Gaviota cáspica Larus cachinnans, fue ésta quien se llevó todo el protagonismo.
Hoy por fin he tenido un momento para colgar una foto de la Vuelvepiedras. Aquí está:
Según esta web, entre Alert (Nunavut, Canada) y La Coruña median 4755,25 km en línea recta. Pero para la vuelvepiedras son más. Muchos más, porque no vuela en línea recta. Probablemente vaya y venga haciendo escala en las islas Británicas e Islandia, y siga la ruta de la costa occidental y norte de Groenlandia. Además, ¿cruzará de un solo vuelo el golfo de Vizcaya, o preferirá una ruta cántabro-francesa?
Mientras la observaba detenida en el pantalán, contemplando a su vez su paisaje invernal (el castillo de San Antón, los yates de recreo, este humano que la retrataba, los paseantes, las lanchas que se estremecían en las ondas generadas por la llegada de los arrastreros, las gaviotas, sus congéneres vuelvepiedras...), daba yo rienda suelta a mi curiosidad: ¿cuántos instantes del tiempo que permanece aquí dedicará a recordar cómo es la tundra neártica en la que nació y en la que saca adelante a sus pollos cada año, o sus estaciones de parada favoritas a lo largo de esos miles de kilómetros de ruta? ¿Invernarán también aquí sus parejas, sus hijos, sus hermanos, sus padres? ¿Cuáles serán, de los 96 vuelvepiedras con los que comparte este rincón de La Coruña, sus compañeros favoritos? ¿O no tendrá favoritos? ¿Será el suyo, con respecto a los demás, un carácter apacible, o más bien fuerte? Y cuando cae la noche y duerme, ¿soñará? Y si es así, ¿con qué soñará?
La psicología de las aves, sobre todo de las salvajes, sigue siendo un misterio. No lo es menos cómo logran navegar a lo largo y ancho de la Tierra, describiendo itinerarios capaces de unir año tras año dos rincones tan distantes como Alert y La Coruña. Y de excitar así la imaginación de esos otros misteriosos seres que somos los humanos. Los únicos capaces, que sepamos, de hallar emoción en descubrir estos hechos, revelárnoslos unos a otros e ir desvelando qué los hace posibles.
Cuántas cosas detrás de esa vuelvepiedras y sus anillas de colores, ¿verdad?
8.2.06
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