25.1.05

25 de enero de 2005

Hoy me acerqué en primer lugar a la linterna de Santa cristina, donde antes incluso de sacar los prismáticos me puse guentes, gorra y bufanda: el viento del ENE cortaba más que la navaja de un barbero. La mar estaba tan rizada que era imposible descubrir nada entre las olas. Allí estaba yo, dejándome las pestañas contra el ocular del telescopio, cuando por el rabillo del ojo advertí una silueta casi bajo mis pies, volando junto al acantilado sobre el que me alzaba: unha enorme hembra Halcón sacre. Pasó dos veces muy cerca y acabó posándose en la rama de un pino, en la finca "Santa Cristina".

Poco después pude fotografiarla desde el embarcadero, y casi de inmediato cayó una gran tromba de agua que ya se venía anunciando desde más allá de Oleiros.

Regresé paseando por la playa, donde había un joven de Gaviota cana, y por el paseo de José Martí. Desde aquí me entretuve observando cómo se soleaban con las alas abiertas varios cormoranes grandes, antes de que aún cayera otro chubasco.

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