28.1.05

28 de enero de 2005

A lo largo de mi visita se sucedieron los chubascos y los rayos de sol. Cada minuto la luz cambiaba de tonos y de fuerza, del gris opaco al amarillo más intenso.

Falta una semana para Carnavales, y ya se escuchan petardos por todas partes. Las aves no parecen hacerles demasiado caso, probablemente porque perciben que el peligro está lejos. Sí se han espantado, sin embargo, cuando una flotilla de globos de colores atravesó el cielo de norte a sur. Alguien celebraba algo en algún sitio.

Hoy la novedad ha sido un Arao común. Por lo demás, poco hay que contar: 3 Agujas colinegras, 4 Correlimos gordos, 4 Gaviones atlánticos... La creciente pleamar iba arrinconando a los limícolas en los últimos retazos de fango, donde se afanaban por capturar el último bocado. Cuando ya todo el alimento estaba cubierto por la marea, se retiraron a descansar. Y yo con ellos.

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