Cuando llevaba ya un rato en la ría y regresaba desde el fondo del estuario, me encontré con Damián y Atocha, que apuntaban con sus telescopios a un grupo de 10 correlimos comunes. Atocha aún no había visto nunca una Cigüeñuela, y su reacción fue la esperada al darle la noticia de que había una a 1000 metros: salir corriendo hacia allí. Para ser bimbo, la situación era inmejorable, pues de tan cerca que estaba el ave una vez a su lado, lo difícil era observarla de cuerpo entero con el telescopio. Estas son unas fotos que le había hecho yo minutos antes:
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Por lo demás, había 13 Zarapitos trinadores, 2 Garzas reales, 3 cormoranes grandes y 1 Aguja colipinta, y por mucho que buscamos (y yo anduve por allí casi 2 horas) no vimos ni una sola Gaviota reidora ni cabecinegra, ni la Bonaparte.
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